Thursday, June 26, 2014

Music, emotions and beauty / Música, emoción y belleza

Most of the time, we listen to music because we want it to accompany our feelings, day after day. We could need rhythm, joy, positiveness in the morning, to wake up and begin the labour day with energy. We could need something cooler and still cheery at lunch. At dinner, something even cooler. And in the night, when we no longer have to bear the rhythm and stress of the day, music could be chosen to accompany any feeling : joy, pain, sadness, saudade, need for stillness (Chet's Let's Get Lost soundtrack for instance...), need for powerful orchestras to let our souls jump and explode into the sky (Beethoven's 7th symphony, Mahler 3rd Symphony...). We like to have music at home when we do the cleaning, when we receive friends, or when we drive in the car, to dream our dreams along with it...
Still, music is not only this. These are merely "usages" of the music, submission of music to our emotional needs during our days. But if we let music connect with something deeper, independent from these emotions and external rhythm, then we enter music, and enter another kind of emotional fascination. You can just sit at home, and listen to music for itself. Of course, it is done with emotions, but it is also done with another ingredient, a mysterious mixture of density, dynamics, harmony, duration, vibrations and resonance, and it is the sense of beauty. This very interior, and still externally expressed, sense of beauty that lets the composer create, or the jazzmen improvise, or the group to play together.

Sometime, when I listen to a jazz ballad for instance, they tell me : why do you always listen to sad music ?
And I always answer : I don't hear if it is sad or joyful. I just listen to its beauty.

La mayoría del tiempo, escuchamos musica porque queremos que acompañe nuestras emociones, día trás días. Podemos necesitar ritmo, alegría, sonidos positivos en la mañana, para despertar y empezar el día de trabajo con energía. Podemos necesitar algo más tranquilo y sin embargo movido para el almuerzo. Para la cena, algo más tranquilo aún. Y en la noche, cuando ya no tenemos que aguantar el ritmo y el estrés del día, la música puede estar escogida para acompañar cualquiera emoción que se desarrolla en este espacio de proyección personal neutro y acogedor que es la noche : alegría, pena, tristeza, saudade, tranquilidad (la música original de "Let's Get Lost" del Chet por ejemplo...), potencia, a través de orchestras que dejan nuestras almas saltar, salir afuera y estallar en el cielo (la 7a sinfónia de Beethoven, la 3a de Mahler, por ejemplo...). Nos gusta escuchar música cuando hacemos la limpieza, cuando recebimos amigos, o cuando manejamos el carro, para soñar junto a ella...
Sin embargo, la música no es solamente eso. Estos son solamente unos "usos" de la musica, la submisión de la musica a nuestras necesidades emocionales durante nuestros días. Pero si dejamos la musica conectar con algo más profundo, independiente de esas emociones y ritmo externo, entonces, entramos en la música, y en otro tipo de fascinación emocional.
Puede sentarse, sencillamente, en casa, y escuchar la música por la música, por lo que es : un sonido arreglado de manera emocionalmente eficiente, y escuchar la genialidad del arreglo mismo, sintiéndo las emociones que transmite ella misma, y no solo por acompañar las nuestras. Claro, la música está hecha con emociones, pero está hecha también con otro ingrediente, una mezcla misteriosa de densidad, dinámicas, armonia, duraciones, vibraciones, resonancias, y es el sentido de la belleza. Este sentido muy interior, y sin embargo expresado externalmente, de la belleza, que deja al compositor crear, o a los jazzmen improvisar, o a un grupo, tocar juntos.

A veces, cuando escucho una balada de jazz por ejemplo, me dicen : porque escuchas una musica tan triste ?
Y siempre contesto : yo no escucho si es triste o alegre. Solo escucho su belleza.

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